Lenguas Extranjeras
2. ÁREA DE LENGUAS EXTRANJERAS 2.1. DEFINICIÓN DE LA NATURALEZA DEL ÁREA
La enseñanza aprendizaje de las lenguas extranjeras
responde a un enfoque
comunicativo que tiene en cuenta las necesidades
individuales y sociales,
partiendo de las experiencias del sujeto.
Este enfoque
comunicativo está vinculado
a las nociones de competencia de comunicación y
situación de comunicación, las
cuales evocan a su vez la de acto de habla. Bajo esta
perspectiva, la lengua se
aborda en su uso ordinario; la comunicación constituye
el centro de la interacción
entre los sujetos, y la dicotomía entre lengua y habla
pierde su sentido.
Insistir, exclusivamente, en la competencia gramatical no
es suficiente, la
gramática debe estudiarse, pero ésta no constituye el
objetivo fundamental del
estudio de una lengua: la posibilidad de expresarse no
es propiedad exclusiva de
la adquisición de reglas gramaticales.
Por esto es necesario definir el concepto de competencia
de comunicación. La
noción de competencia aparece por primera vez en la
teoría generativa y
transformacional de Chomsky, quien la define a partir de
lo que él denomina
locutor ideal. Dicho locutor ideal sería capaz de
generar todas las frases y
oraciones gramaticalmente posibles en una lengua.
Esta
definición de
competencia, sin duda importante en su época, ha sido
después ampliamente
criticada, porque margina aspectos fundamentales de la comunicación. Uno de
estos aspectos olvidados es la necesidad de adecuar las
producciones de la
lengua a los contextos socioculturales y situacionales.
Hymes propone la noción de competencia de comunicación
en la cual están
implícitos factores de diversos órdenes: cognitivos, psicolingüísticos, socioculturales, vinculados estrechamente con el medio del sujeto.
Así para
Hymes, en esta competencia entrarían en juego no sólo la
gramaticalidad de un
locutor ideal, y por ideal inexistente, sino otras
relacionadas con los aspectos
socioculturales y psicolingüísticos de los sujetos.
Otra noción más explícita y actualizada sería la de
Sophie Moirand, la cual ha sido
particularmente productiva en este campo. Los conceptos
de Sophie Moirand que
definen la competencia de comunicación a partir de sus
componentes, se
expresan de la manera siguiente:
• Un componente discursivo, que permita usar cualquier
tipo de lengua, oral o
escrita en situación de comunicación: la producción de
cartas, informes,
resúmenes, el diálogo... Las intervenciones orales y
escritas de la vida diaria
pertenecen a este componente.
• Un segundo de carácter lingüístico, formal o
gramatical que se refiere al uso
correcto de la fonética, del léxico, de la gramática, de
la oración y del texto,
siempre en situación de comunicación.
• Un componente sociocultural, de modo que se hable o
escriba en función de las
normas sociales, culturales y de interacción de los
grupos.
• Un último componente de tipo referencial, vinculado al
conocimiento del mundo y
sus relaciones, y que en este diseño curricular para la
enseñanza de las Lenguas
Extranjeras se denomina tema.
La situación de comunicación, por su parte, vincula la
lengua con la vida, ya que
cuando se habla o se escribe, no se dice cualquier cosa,
sino lo que tiene que
decirse y cómo debe decirse en función de las personas a
quienes se habla o
escribe, las relaciones existentes entre los
interlocutores, el lugar, el momento, el
mensaje y el medio que se utiliza para ello; es decir,
hay que tener en cuenta los
marcos físicos de la comunicación, los participantes y.
sus características
psicológicas y biológicas, la intención de comunicación
y el resultado de dicha
intención, los contenidos del mensaje y las formas que
toman estos mensajes, el
tono en que se desarrolla la actividad, el canal, los
códigos lingüísticos,
proxémicos 1, las normas de interacción y los tipos de
discurso.
Se ha indicado, pues, lo que es una competencia de
comunicación y lo que es una
situación de comunicación. Pese a que desde los años
sesenta se viene haciendo
hincapié en la comunicación, en los primeros enfoques
comunicativos de esa
época, con fines didácticos, no existe referencia alguna
a la teoría de la
información por un lado, ni al esquema de la
comunicación de Sharinon por el otro.
Los términos de emisor, receptor, código, mensaje, canal
serán definidos más
tarde a partir de los distribucionalistas norteamericanos y de otros autores
Sentido de los movimientos corporales y de los gestos de
los interlocutores en
cada situación de comunicación.
2 Método de análisis de la Lingüística Estructural que
aparece en los Estados
Unidos hacia 1930.
Como Peytard y Genouvrier, entre otros, a través del
esquema de la comunicación
de Jakobson3.
Sin embargo, esta primera noción de comunicación ignora
la dimensión
sociológica de la lengua: las relaciones de poder, la
lengua como medio de actuar
sobre otro, y como práctica social. No se va a realizar
un inventario sobre las
diferentes definiciones de la comunicación. Una vez más
se referirá a Sophie
Moirand, quien la presenta desde el punto de vista de la
didáctica de las lenguas, además de
incorporar la citada dimensión sociológica.
La comunicación es el intercambio entre dos o más
sujetos situados socialmente,
es decir, que poseen un estatus, un rol, un grupo de
procedencia, un grupo de
pertenencia, una ideología...
Una tercera noción es la de acto de habla, que es la
actualización y la realización
de las potencialidades de la lengua en una instancia
precisa de comunicación, la
cual es específica en relación con los locutores, el
lugar, el momento, las
circunstancias diversas que acompañan esta instancia.
Cada acto de habla es un acto único. Las circunstancias
de producción son
estudiadas por Austin (filosofía del lenguaje
ordinario), teoría que ha sido
desarrollada por Searle y Halliday, entre otros. Hablar, dice Austin, es comunicar algo a
alguien con una intención consciente o
no. Esta intención tiene como propósito hacer actuar al
otro. El acto de habla
marca, pues, una ruptura con la práctica de la
enseñanza aprendizaje de una
lengua pedagógica, entendiendo como tal, aquella cuya
existencia está reducida a
las cuatro paredes del aula, y, por tanto, su semejanza
con la lengua que se habla
y se escribe en la vida diaria es pura coincidencia. El
acto de habla la sitúa, por el
contrario, dentro de su uso, en su dimensión real y
ordinaria.