Lenguas Extranjeras - Liceo Matías Ramón Mella

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Lenguas Extranjeras

Lenguas Extranjeras

2. ÁREA DE LENGUAS EXTRANJERAS  2.1. DEFINICIÓN DE LA NATURALEZA DEL ÁREA

La enseñanza ­aprendizaje de las lenguas extranjeras responde a un enfoque

comunicativo que tiene en cuenta las necesidades individuales y sociales,

partiendo de las experiencias del sujeto. 


Este enfoque comunicativo está vinculado

a las nociones de competencia de comunicación y situación de comunicación, las

cuales evocan a su vez la de acto de habla. Bajo esta perspectiva, la lengua se

aborda en su uso ordinario; la comunicación constituye el centro de la interacción

entre los sujetos, y la dicotomía entre lengua y habla pierde su sentido.

Insistir, exclusivamente, en la competencia gramatical no es suficiente, la

gramática debe estudiarse, pero ésta no constituye el objetivo fundamental del

estudio de una lengua: la posibilidad de expresarse no es propiedad exclusiva de

la adquisición de reglas gramaticales.


Por esto es necesario definir el concepto de competencia de comunicación. La

noción de competencia aparece por primera vez en la teoría generativa y

transformacional de Chomsky, quien la define a partir de lo que él denomina

locutor ideal. Dicho locutor ideal sería capaz de generar todas las frases y

oraciones gramaticalmente posibles en una lengua. 

Esta definición de

competencia, sin duda importante en su época, ha sido después ampliamente

criticada, porque margina aspectos fundamentales de la comunicación. Uno de

estos aspectos olvidados es la necesidad de adecuar las producciones de la

lengua a los contextos socioculturales y situacionales.

Hymes propone la noción de competencia de comunicación en la cual están

implícitos factores de diversos órdenes: cognitivos, psicolingüísticos,  socioculturales, vinculados estrechamente con el medio del sujeto.

 Así para

Hymes, en esta competencia entrarían en juego no sólo la gramaticalidad de un

locutor ideal, y por ideal inexistente, sino otras relacionadas con los aspectos

socioculturales y psicolingüísticos de los sujetos.

Otra noción más explícita y actualizada sería la de Sophie Moirand, la cual ha sido

particularmente productiva en este campo. Los conceptos de Sophie Moirand que

definen la competencia de comunicación a partir de sus componentes, se

expresan de la manera siguiente:

• Un componente discursivo, que permita usar cualquier tipo de lengua, oral o

escrita en situación de comunicación: la producción de cartas, informes,

resúmenes, el diálogo... Las intervenciones orales y escritas de la vida diaria

pertenecen a este componente.

• Un segundo de carácter lingüístico, formal o gramatical que se refiere al uso

correcto de la fonética, del léxico, de la gramática, de la oración y del texto,

siempre en situación de comunicación.

• Un componente sociocultural, de modo que se hable o escriba en función de las

normas sociales, culturales y de interacción de los grupos.

• Un último componente de tipo referencial, vinculado al conocimiento del mundo y

sus relaciones, y que en este diseño curricular para la enseñanza de las Lenguas

Extranjeras se denomina tema.

La situación de comunicación, por su parte, vincula la lengua con la vida, ya que

cuando se habla o se escribe, no se dice cualquier cosa, sino lo que tiene que

decirse y cómo debe decirse en función de las personas a quienes se habla o

escribe, las relaciones existentes entre los interlocutores, el lugar, el momento, el

mensaje y el medio que se utiliza para ello; es decir, hay que tener en cuenta los

marcos físicos de la comunicación, los participantes y. sus características

psicológicas y biológicas, la intención de comunicación y el resultado de dicha

intención, los contenidos del mensaje y las formas que toman estos mensajes, el

tono en que se desarrolla la actividad, el canal, los códigos lingüísticos,

proxémicos 1, las normas de interacción y los tipos de discurso.

Se ha indicado, pues, lo que es una competencia de comunicación y lo que es una

situación de comunicación. Pese a que desde los años sesenta se viene haciendo

hincapié en la comunicación, en los primeros enfoques comunicativos de esa

época, con fines didácticos, no existe referencia alguna a la teoría de la

información por un lado, ni al esquema de la comunicación de Sharinon por el otro.

Los términos de emisor, receptor, código, mensaje, canal serán definidos más

tarde a partir de los distribucionalistas norteamericanos y de otros autores

Sentido de los movimientos corporales y de los gestos de los interlocutores en

cada situación de comunicación.


2 Método de análisis de la Lingüística Estructural que aparece en los Estados

Unidos hacia 1930.


Como Peytard y Genouvrier, entre otros, a través del esquema de la comunicación

de Jakobson3.


Sin embargo, esta primera noción de comunicación ignora la dimensión

sociológica de la lengua: las relaciones de poder, la lengua como medio de actuar

sobre otro, y como práctica social. No se va a realizar un inventario sobre las

diferentes definiciones de la comunicación. Una vez más se referirá a Sophie

Moirand, quien la presenta desde el punto de vista de la didáctica de las lenguas,  además de incorporar la citada dimensión sociológica.

La comunicación es el intercambio entre dos o más sujetos situados socialmente,

es decir, que poseen un estatus, un rol, un grupo de procedencia, un grupo de

pertenencia, una ideología...


Una tercera noción es la de acto de habla, que es la actualización y la realización

de las potencialidades de la lengua en una instancia precisa de comunicación, la

cual es específica en relación con los locutores, el lugar, el momento, las

circunstancias diversas que acompañan esta instancia.

Cada acto de habla es un acto único. Las circunstancias de producción son

estudiadas por Austin (filosofía del lenguaje ordinario), teoría que ha sido

desarrollada por Searle y Halliday, entre otros.  Hablar, dice Austin, es comunicar algo a alguien con una intención consciente o

no. Esta intención tiene como propósito hacer actuar al otro. El acto de habla

marca, pues, una ruptura con la práctica de la enseñanza ­aprendizaje de una

lengua pedagógica, entendiendo como tal, aquella cuya existencia está reducida a

las cuatro paredes del aula, y, por tanto, su semejanza con la lengua que se habla

y se escribe en la vida diaria es pura coincidencia. El acto de habla la sitúa, por el

contrario, dentro de su uso, en su dimensión real y ordinaria.

 


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